¡¡¡Hola amigos de dos patas!!! 🐾
Hoy quiero hablaros de un idioma que no todos los humanos entienden, pero que usamos a diario con vosotros: el lenguaje del paseo. Sí, sí… cuando salimos a la calle, no solo estiramos las patas, también os hablamos con cada paso, cada parada, cada giro. Así que hoy os traigo esta guía para humanos curiosos:
El lenguaje secreto del paseo: todo lo que tu perro te dice con la correa
1. Pasear no es solo andar
Para vosotros, un paseo puede ser un trámite: media hora para que hagamos pis y listo. Pero para nosotros es mucho más:
- Es nuestra forma de leer el periódico.
- Es el momento de mover el cuerpo.
- Es una ventana al mundo exterior.
- Y sobre todo, es una forma de comunicación mutua.
Cada tirón, cada parada y cada cambio de dirección está diciendo algo. Y si prestáis atención… aprenderéis a leer nuestros pensamientos mientras caminamos.

2. Cuando tiramos de la correa… ¿qué estamos diciendo?
Muchas veces escucho eso de “¡mi perro tira porque quiere dominarme!”. Y me dan ganas de hacerme la muerta. No, amigo humano, tiramos porque queremos llegar a algo, o porque estamos tensos, o porque aún no sabemos pasear de forma fluida.
Tirar de la correa puede significar:
- “Tengo prisa, hay algo que huele increíble ahí delante”
- “Estoy nervioso, no sé gestionar este entorno”
- “Nunca me han enseñado cómo pasear sin tensión”
Y lo mismo cuando tiramos hacia casa: a veces es porque algo nos incomoda, otras porque hemos tenido suficiente. Escuchar eso también es querer.
3. Cuando nos paramos de golpe
A ver… si nos paramos de pronto y empezamos a olfatear un poste durante 40 segundos, no es porque estemos despistados: ¡estamos leyendo! El olfato es nuestro sentido estrella, y a través de él obtenemos información valiosísima.
Nos detenemos porque:
- Hemos detectado una feromona interesante.
- Necesitamos procesar un estímulo que nos ha alterado.
- Queremos cambiar el ritmo porque algo nos agobia.
📌 Truco de perro experto: si nos paramos mucho o miramos hacia atrás, quizás estamos pidiendo más distancia, menos presión o que bajéis el ritmo.
4. Correa tensa = mente tensa
Una correa en tensión constante no solo incomoda físicamente, también tensa nuestras emociones. Pasear así nos mantiene alerta, reactivos, inseguros. Y lo peor: rompe el vínculo entre nosotros.
Cuando hay una correa suave, flotando como una sonrisa entre los dos, la magia ocurre:
- Escuchamos más.
- Nos sentimos más conectados.
- Y empezamos a fluir.
¡Pasear con una Flexi Giant bien usada es como bailar juntos sin pisarse! (Ya sabéis que Nano tiene la talla perfecta para cada perro 😉).
5. ¿Por qué me cruzo delante? ¿Por qué voy detrás?
No todos los perros caminan igual. Algunos:
- Se adelantan porque están emocionados.
- Se cruzan porque necesitan cubrir visualmente el entorno.
- Se colocan detrás si están inseguros o si necesitan protección.
La posición que adoptamos en el paseo cuenta mucho de cómo nos sentimos. Si nos observas sin juzgar, verás lo que necesitamos en cada momento.

6. Cambios de ritmo, cambios de estado
Si durante el paseo:
- Aceleramos sin motivo.
- Nos frenamos bruscamente.
- Empezamos a mirar en círculos o nos ponemos a dar vueltas…
Puede que algo nos esté afectando emocionalmente. Un sonido, un recuerdo, un olor… o incluso vuestra propia energía.
Los humanos también tenéis lenguaje corporal, ¿sabíais? Si vais tensos, acelerados o con el móvil pegado a la cara, lo notamos. Y eso cambia nuestro paseo.
7. Escúchame sin palabras
A veces basta con una mirada, un leve cambio de dirección, o un parón frente a un parque. No hace falta que nos preguntes, solo mira dónde miramos, siente cómo caminamos, y acompáñanos con atención.
El paseo ideal no es el que cumple una ruta fija, sino el que se adapta a lo que sentimos cada día. A veces queremos marcha. A veces, solo queremos oler durante diez minutos el mismo árbol. Y eso también está bien.
8. Pasear bien es un arte… ¡y un vínculo!
Pasear no es que tú me lleves a mí ni que yo te lleve a ti. Es caminar juntos. Es hablar sin palabras. Es crecer como equipo.
Os propongo un reto: durante un paseo esta semana, deja el móvil en el bolsillo, suelta un poco la correa, camina a mi ritmo… y simplemente obsérvame. A lo mejor descubres que me han cambiado las prioridades. Que hoy prefiero parar más. Que ya no necesito tanto movimiento, sino más calma. O al revés.
El lenguaje del paseo no está en las órdenes, sino en la atención compartida.
Aquí sigue Bailey. Aunque me haya vuelto invisible, mi rabo no ha dejado de moverse y mi voz ladra suave, desde las estrellas, para que nunca olvidéis cómo se ama a un perro.
¡¡¡Lametones a todos desde el otro lado de la correa!!! 🐶💛