¡¡¡Hola amigos de dos patas!!!
Hoy os escribo con el corazón apretado. No es un artículo alegre, ni lleno de juegos o aventuras perrunas. Hoy os quiero hablar de una enfermedad silenciosa, traicionera, y muy, muy peligrosa: la leishmaniosis. Y os lo voy a contar desde muy cerca, porque tengo una amiga, Cora, que está luchando por su vida por culpa de este maldito bicho.
Sí, lo habéis oído bien. Detrás de la palabra «leishmania» se esconde una enfermedad cruel, causada por un parásito que transmite un insecto pequeñísimo: el flebotomo. Y ese diminuto monstruo ha dejado a mi amiga en los huesos, débil, agotada… tanto que a veces apenas tiene fuerzas para levantarse. Pero empecemos por el principio, que esto es importante y todos los humanos tenéis que saberlo.
¿Qué narices es un flebotomo?

No es un mosquito cualquiera, ¡es peor! Es muy pequeño, silencioso, y vuela sobre todo al atardecer y por la noche, cuando ni tú ni tu perro os dais cuenta. No hace ruido, no deja picaduras visibles, y sin embargo transmite un parásito que puede vivir dentro del cuerpo durante meses antes de dar la cara.

Este bicho asqueroso aparece con fuerza desde mayo hasta octubre, aunque en zonas cálidas y húmedas puede estar activo casi todo el año. Así que no vale confiarse. Y como se cuela por cualquier rendija, si tu perro duerme fuera o en una casita en el jardín, está aún más expuesto.
¿Qué pasa cuando ese bicho pica?
Lo que pasa es que deja dentro del cuerpo del perro a la Leishmania infantum, un parásito que se cuela en las células del sistema inmune y empieza a multiplicarse. Lo hace despacito, sin hacer ruido, pero sin parar. Y un día, el cuerpo no puede más y se empieza a notar. Ahí es donde empieza la pesadilla…

Síntomas: las señales del enemigo
Os voy a contar los síntomas más comunes, pero ojo: no todos aparecen de golpe, ni siempre son iguales. A veces pasan meses o incluso años desde la picadura hasta que se ven signos claros:
- Pérdida de peso brutal, incluso si el perro sigue comiendo.
- Pelo opaco, sin brillo, o que se cae en zonas como alrededor de los ojos o el hocico.
- Heridas en la piel que no curan.
- Ganglios inflamados.
- Uñas que crecen demasiado.
- Cansancio, apatía, tristeza.
- Problemas renales que, si no se detectan a tiempo, pueden ser mortales.

Mi amiga Cora está mostrando muchos de estos síntomas. Verla da una punzada en el alma. Está delgadísima, tan frágil que parece que el aire pudiera romperla. Y aun así, sigue moviendo la cola cuando nos ve. Porque los perros somos así… damos amor hasta el último aliento.
¿Quién es Cora?
Cora es una perrita especial. Fue adoptada hace tiempo y ya vino con la leishmania, sin que nadie lo supiera. Desde el principio, su vida no fue fácil. Pero encontró una humana maravillosa, María, que se enamoró de ella y decidió cuidarla con todo el corazón. Juntas hacen algo precioso: juegan a buscar trufas. Bueno, no trufas de verdad —que eso vale un pastón—, pero sí algodones con olor a trufa que María esconde en el parque.
Cora usa su olfato con una precisión increíble. Aunque ahora está débil y cansada, ese juego le sigue dando momentos de alegría. Cada vez que encuentra un algodón escondido, se le enciende una chispa en los ojos. Porque aunque su cuerpo está luchando, su espíritu sigue siendo fuerte.

¿Se puede curar?
La leishmaniosis no tiene cura definitiva, pero sí se puede tratar. Con medicamentos específicos y seguimiento veterinario, muchos perros pueden tener una buena calidad de vida. Pero hay que detectarla a tiempo y ser constante. Y por eso es tan, tan importante hacer analíticas regularmente, sobre todo si vives en zona de riesgo.
El tratamiento suele incluir antiparasitarios, inmunomoduladores y, en algunos casos, medicamentos para controlar los síntomas renales o cutáneos. También es clave llevar una alimentación de calidad, adaptada al estado del perro, y evitar el estrés o el sobreesfuerzo. Muchos peludos, si se detecta pronto, pueden vivir muchos años con una buena calidad de vida.
¿Y lo mejor? ¡Prevenir!
Sí, prevenir. Porque aunque no podamos acabar con el flebotomo, podemos ponerle las cosas muy difíciles:
✅ Usa collares repelentes todo el año (Scalibor, Seresto, etc.).
✅ Aplica pipetas específicas contra flebotomos, no solo contra pulgas.
✅ Evita pasear a tu perro al atardecer o por la noche, sobre todo en zonas con vegetación o humedad.
✅ Si duerme fuera, ponle una mosquitera o ventilador (los flebotomos odian el viento).
✅ Consulta con tu veterinario sobre la vacuna o tratamientos preventivos orales.
✅ Hazle una analítica anual de leishmania (o cada 6 meses si estás en zona muy caliente).
✅ Asegúrate de que esté bien alimentado y no tenga las defensas bajas.
¿Y si ya está infectado?
No entres en pánico. Muchos perros positivos viven años con una buena calidad de vida si reciben el tratamiento adecuado. Pero hay que estar muy encima, hacer controles, y seguir las pautas del veterinario a rajatabla.
Y, por favor, no los abandonéis. Tener leishmania no les hace menos dignos de amor. Al contrario, necesitan más cariño que nunca. Abandonar a un perro enfermo no solo es una crueldad, es una injusticia contra un ser que daría la vida por ti sin pensarlo.
Recuerda: un perro con leishmania puede ser feliz, puede jugar, puede correr, puede dar y recibir amor. Solo necesita cuidados y compañía.
Preguntas frecuentes sobre la leishmania
¿Los humanos pueden contagiarse de la leishmania de sus perros?
No. Aunque existe una forma de leishmaniosis humana, no se transmite de perro a persona directamente. Es el flebotomo el que actúa como vector, así que el peligro está en el insecto, no en el perro.
¿Vale la pena vacunar?
En muchas zonas, sí. La vacuna no impide el contagio al 100%, pero ayuda al cuerpo del perro a estar preparado si el parásito entra. Consulta siempre con tu veterinario de confianza.
¿Un perro tratado puede volver a recaer?
Sí, es posible. Por eso es tan importante el seguimiento regular. La enfermedad puede reactivarse si bajan las defensas o si no se sigue el tratamiento correctamente.
¿Cuánto cuesta el tratamiento?
Puede variar mucho según el estado del perro, los medicamentos necesarios y el tiempo de tratamiento. Pero créeme: la prevención siempre es más barata que curar.
En honor a Cora
Esta entrada va por ti, amiga. Por tu mirada dulce, por tu fuerza silenciosa, por cada paso que das aunque te tiemblen las patas. Tu historia servirá para que muchos otros estén protegidos, y para que ningún humano diga «no lo sabía».
Y si estás leyendo esto y tienes perro, hazle un favor: protégele del flebotomo como si su vida dependiera de ello. Porque depende.
Con todo mi cariño perruno,
¡¡¡Lametones a todos!!!