¡¡¡Hola amigos de dos patas!!! 🐾
Hoy quiero contaros algo que quizá os sorprenda: estar siempre activos no nos hace más felices. Sí, sí… hablo de nosotros, los perros. Porque aunque a veces parezca que no paramos quietos, también necesitamos descansar, desconectar y… aburrirnos. ¡Exacto! Hoy os traigo una reflexión importante:
“La sobreestimulación no es felicidad: el arte de aburrirse juntos”.
1. ¡Haz cosas conmigo!… pero no TODO el rato
Muchos humanos tienen la mejor de las intenciones: nos llevan a correr, nos apuntan a agility, nos enseñan trucos, nos dan juegos interactivos, paseos largos, actividades olfativas… ¡y todo en el mismo día! Pero ojo, tanto estímulo puede ser como una sobredosis de café para vosotros: acabamos reventados, con el sistema nervioso en modo montaña rusa.
La sobreestimulación genera perros hiperactivos, más nerviosos, menos pacientes y, en muchos casos, frustrados. Y cuando hay frustración… llegan los ladridos, los mordiscos, los saltos incontrolables, y otros comportamientos que no nos hacen ningún bien. Ahí es cuando empieza el círculo vicioso: pensáis que el perro necesita más ejercicio, más actividad… ¡y sobreestimulamos más!
2. Aburrirse es bueno (aunque no lo parezca)
Sí, el aburrimiento es una necesidad biológica. Nos ayuda a descansar, a bajar revoluciones y a reorganizar lo que hemos vivido. Es ese momento en el que no pasa nada y, sin embargo, pasa de todo por dentro: se fijan aprendizajes, se regula la emoción, se equilibra el cuerpo.
Aprender a aburrirse sin generar ansiedad es uno de los mayores regalos que nos podéis hacer. No necesitamos que estéis todo el rato encima nuestra ni que todo momento sea estimulante. Lo que necesitamos es seguridad, previsibilidad, calma… y vuestra compañía tranquila.
3. Rutina rica, no rutina loca
Una rutina emocionalmente rica no es hacer diez cosas al día. Es hacer lo justo y hacerlo bien. A veces será un paseo largo con olisqueo libre. Otras veces será un rato de mimos en el sofá. Otras, un ejercicio mental, un poco de entrenamiento divertido o un juego relajado.
Y otras, simplemente, que estéis a nuestro lado mientras nos tumbamos sin hacer nada. Eso también fortalece el vínculo, ¿sabíais?
4. El arte de aburrirse juntos
¿Queréis un secreto de perro sabio? Uno de los mejores momentos del día es cuando Nano se sienta en el suelo con las piernas abiertas y yo me tumbo entre ellas, con la cabeza en su pecho. Me acaricia despacito, a veces me canta o me cuenta cosas, y otras veces nos quedamos callados. Yo me duermo muchas veces. Él, creo que también.
Ese momento no tiene luces, no tiene música, no tiene pelotas ni premios. Pero tiene todo lo que importa.
5. Cuidado con confundir estrés con energía
Muchos humanos ven a sus perros acelerados y piensan: “¡Está lleno de energía!”. Pero muchas veces no es energía, es estrés acumulado. Cuando no nos dejáis descansar o no sabemos gestionar la calma, entramos en un bucle donde parece que siempre queremos más, cuando en realidad necesitamos menos.
Observadnos. Si dormimos poco, si estamos demasiado atentos a todo, si reaccionamos al menor estímulo… quizás no estemos tan felices como parece.
6. El equilibrio como objetivo
Un perro feliz no es el que hace mil cosas. Es el que puede descansar sin ansiedad, moverse con alegría y estar con vosotros en calma. Así que no tengáis miedo a los silencios ni a los ratos muertos. Aprended a disfrutar del sofá, del césped, de la siesta, del “no hacer nada” juntos.
Porque en esa quietud también está el amor.
Y vosotros, amigos humanos, ¿sabéis aburriros con vuestros perros? Os invito a probar. A lo mejor descubrís un nuevo idioma, más suave, más profundo… y más verdadero.
Aquí sigue Bailey. Aunque me haya vuelto invisible, mi rabo no ha dejado de moverse y mi voz ladra suave, desde las estrellas, para que nunca olvidéis cómo se ama a un perro.
¡¡¡Lametones a todos desde el otro lado de la correa!!! 🐶💛
